Cosas veredes, querido Sancho

Esta semana he tenido que pasar la Inspección Técnica de Vehículos (I.T.V.), vamos 300 euros del ala que me han soplado por no pasar el exámen... (50 de la inspección y el resto de reparaciones varias).

Reconozco que la inspección es una medida de seguridad, ya que de motus propio no acerco mi coche a un taller a menos de 20 metros so pena de haber golpeado una farola, de escuchar el típico ruidito o porque algún cabrón me ha reventado la ventanilla del copiloto.

Pero lo que no entiendo es la forma de hacer la prueba. Me explico. Desde el Gobierno y desde la Jefatura de Tráfico nos invitan a conducir suavemente, sin revolucionar el motor, en marchas largas... una serie de recomendaciones para que no gastemos más combustible que el necesario y no generemos más gases contaminantes que los justos. Todo eso está muy bien. Yo por mi parte, como soy un chico muy obediente voy y les hago caso.  No salgo a toda pastilla de los semáforos, adelanto aprovechando la velocidad sin apretar más de la cuenta, procuro meter 5ª en cuanto puedo... vamos lo que diría cualquier amante del motor... "...llevo el coche amariconao..." (sin ofender a nadie, ¿eh?)

Entonces voy a la I.T.V. y lo primero que me hace el técnico es subir el coche a una plataforma y meter el pié hasta que la aguja se mete en la zona colorá... y claro en ese momento se me van a tomar por culo todas las recomendaciones antes mencionadas... y te pitan todos los indicadores y te tiran el exámen y te tienes que gastar un pastizal en 'descarbonizar el coche'... tomaaaa...

¿Entonces en qué quedamos?,  ¿Aprieto para que vaya el motor a régimen del exámen?, ¿no le aprieto al motor y dejo que luego me aprieten la cartera?...

El caso es que haga lo que haga acaban estrujándome la pasta... que al final de los finales es lo único que parece que importa, tanto en la itv como en el resto de las actividades que desarrollamos en este santo país.

y eso...

Esta mañana me ha pasado una cosa que me ha recordado un viejo cuento popular (del que lamentablemente no recuerdo el nombre). Yo tenía una idea, mi idea era realmente buena e interesante... cuando le he dado forma y he pensado en como aplicarla para el bien común, me han enseñado un lugar en el que ya se aplica mi idea... ¿te imaginas la frustración que representa tal golpe?...

El protagonista del cuento era un inventor, un hombre genial que vivía en un pequeño pueblo en el que tenía un fantástico taller del que salían trenes eléctricos, escaleras mecánicas, máquinas voladoras...  él solito era capaz de imaginar cuantos aparatos se te ocurran. Un día hizo un viaje y fué a una ciudad a visitar a un amigo y cuando llegó a la urbe vió que todos sus inventos ya estaban funcionando. Cuando volvió a su pueblo pensó: ¿y qué hago ahora?, ¿qué sentido tiene el seguir inventando si todo lo que se me ocurre ya existe?, ¿tiene algún mérito seguir pensando y seguir inventando?

Y yo me pregunto:
¿y qué hago yo ahora?, ¿insisto y sigo pensando en algo nuevo o me dedico a jugar a las canicas?, ¿merece la pena tanto esfuerzo para nada?, ¿tendré alguna vez una idea capaz de prosperar en medio de cientos de miles de mentes pensantes?

Ya me parecía a mí muy raro que esta mañana el metro fuera tan... ligero... vamos, puntual en las paradas, el tiempo justo en los tramos, no mucha gente y la que había iba ligerita por los pasillos.

Se experimenta una sensación muy rara, extraña, irreal, lo estás viviendo pero no estás seguro de que sea de verdad. Entonces te pones a testear lo que está pasando:

- ¿Estaré soñando?, bah... seguro que aún no me he levantado y me toca despertar. Me pellizco a lo abuela en un moflete hasta que se me salta una lagrimilla... pues no, 'eso' ha dolido...

- Ha caído una pedrea tardía de la navidad y todo el mundo está celebrando su fin de crisis en la calle. No, eso es una tontería.

- Llegas al transbordo y ves al señor ese que se desgañita todos los dias cantando en el pasillo de la 4. Pues tampoco, me hace el mismo daño en los oidos que todos los dias... los metallica a toda pastilla de mi ipod siguen sin siguen ser efectivos.

- ¡ La gente !, falta gente... bueno aunque la mayoría ya no tienen que madrugar por el tema de la crisis, lo normal es que los que quedamos defendiendo el fuerte nos demos de codazos por obtener el mejor sitio en el vagón, pero hoy... hoy no somos tantos codos compitiendo...

Ahora la pregunta del millón ¿Y dónde estaba la gente que faltaba?...

Y la respuesta: ¡¡ En la M-40 y todos sus accessos !!, ahí estaba la gente... metida en sus coches... todos juntitos en la carretera, en un atasco monumental que solo ha servido para perder un montón horas de trabajo... que bien... por una vez he conseguido llegar a tiempo a mi trabajo...

Lo que ya no entiendo es el porqué de este cambio de rutina mañanera...
- ¿la lluvia?... hombreee... han sido 4 gotas de ná... no creo que sea para tanto (¿o sí?)
- ¿la crisis?... a ver si ahora nos dan pena las petroleras y queremos que sigan teniendo abusibos beneficios.
- ¿los teleñecos?... es que no se me ocurre nada más, por rellenar el hueco.

Por favor, que alguien me de una explicación que me reconcome el misterio...

Está claro que los humanos como especie somos la caña, a nosotros se nos aplican normas y reglas que no tienen comparación en otros estratos vitales. Parece como si el mundo y los elementos se confabularan para chincharnos y hacernos la puñeta en las pequeñas cosas que vamos haciendo en nuestro dia a dia.

Algunos podrán pensar que se aplica la famosa Ley de Murphy, pero he estado buscando en su glosario y no he encontrado algo que se pueda aplicar a lo que veo, oigo y hago últimamente.

Pongo la tele, veo a un personaje público utilizando un vocabulario parecido a un rebuzno. Al momento veo a otro personaje público rebuznando una réplica al primer rebuzno.

Tomo el metro para ir al trabajo,